EL SARCÓFAGO DE ABDALÓNIMOS.
Lo que pretendo con estas entradas es mostraros las cosas que a mí me han impresionado. Esta maravillosa joya del periodo helenístico se encuentra en el Museo Arqueológico de Estambul.
Es conocido como el sarcófago de Alejandro, pero más por sus increíbles relieves que por ser esta la última morada del gran rey macedonio.
Sirva esta foto para "picar" vuestra curiosidad.
A modo de información os contaré lo que dijo el historiador Quinto Curcio Rufo respecto a Abdalónimos, de quien parece ser realmente este bello sarcófago.
Sidón, la actual Saida, era una ciudad famosa por su antigüedad y por el renombre de sus fundadores. Alejandro, en su conquista, bajó de Biblos a Sídón, donde reinaba Estratón.
Estratón era apoyado por el rey persa Dario. El sidonio había rendido la ciudad por imposición de sus ciudadanos, no por iniciativa propia, cosa que a Alejandro le pareció indigno de un rey.
En vista de eso, el gran macedonio tomó la decisión de nombrar a un rey que mereciera tal reino. Alejandro encargó a su amigo y general Hefestión que buscase a un hombre merecedor de tal dignidad.
Para los sidonios, el trono sólo lo podía ocupar un miembro de la familia real, aunque fuera lejano en parentesco, esto es lo que le hicieron saber a Hefestión dos jóvenes de buena familia, pero no de la realeza, a los que les había ofrecido el reino que, en base a esta condición, rechazaron de inmediato.
Entonces les preguntó a los jóvenes si conocían a alguién digno de tal honor. Como que ellos vieron que gran cantidad de aduladores se acercaban por la ambición y ansias de poder a los amigos de Alejandro, señalaron a Hefestión que nadie mejor para tal cargo que Abdalónimos que, aunque de línea no muy directa, estaba ligado a la familia real.
Abdalónimos (que en fenicio significa "servidor de los dioses") era un hombre pobre que se veía obligado a cultivar un pequeño huerto en las afueras de la ciudad, sin obtener grandes rendimientos. Era conocido por su seriedad y honradez y como trabajador que era, al ir a su encuentro Hefestión con los dos jóvenes guías, se lo encontraron limpiando de maleza la tierra.
Cuando supo el motivo de aquella visista, Abdalónimos no daba crédito a sus oídos y pensó que le gastaban una broma. Una vez se dio cuenta de que hablaban en serio, a petición de los visitantes, se aseó como le ordenaron. Entonces le pusieron un vestido púrpura y oro y lo llevaron a palacio.
El nombramiento de Abdalónimos hizo que muchos ciudadanos, pensando en su propio interés, se mostraran entusiamados y se acercaran a él, mientras que otros, los más ricos, pensaban que ellos eran más dignos y criticaban la pobreza del recién nombrado rey. Cosa que se iba a cambiar sustancialmente después de su entrevista con Alejandro.
Alejandro, que había ordenado la comparecencia del sidonio, le contempló largamente y dijo:
<<Tu compostura exterior no desdice de lo que se cuenta sobre tu origen, pero me gustaría saber con qué entereza has soportado la pobreza>> Abdalónimos respondió <<¡Ojalá pudiera soportar el trono con el mismo espíritu! Estas manos han bastado para satifacer mis necesidades; como nada tenía, nada me faltó>>
Estas palabras entusiasmaron a Alejandro, así que ordenó que se le entregara todo lo del depuesto Estratón y la mayor parte del botín obtenido de los persas.
Los reyes en la Antigüedad acostumbraban ordenar construir sus sepulturas en vida. Este sarcófago es una muestra de agradecimiento del rey Abdalónimos de Sidón a su benefactor el rey Alejandro y, en su nombre, al general Hefestión.